Las parábolas son relatos, historias sencillas cuya finalidad es enseñar de forma comprensible y fácil de recordar.
Jesús predica utilizando parábolas, es decir, ejemplos vivos, imágenes tomadas de la vida ordinaria, dándoles contenidos ricos y amplios.
¿Quieres conocer algunas de ellas?
Parábola del Sembrador
"Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron.
Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, Una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga.”
(Mt 13, 3-9)
Parábola de la oveja perdida
“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada?
Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.”
Mt 18, 12-14
Parábola del hijo pródigo
“Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: „Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.‟ Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó la hacienda viviendo como un libertino.
Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: „¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.‟ Y, levantándose, partió hacia su padre.
Estando todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: „Padre, pequé contra el cielo y ante ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus siervos: „Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y elebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron la fiesta.
Su hijo mayor estaba en el campo, y, al volver, cuando se acercó a la casa oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Elle dijo: „Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: „Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda, has matado para él el novillo cebado!‟
Pero él le dijo: „Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.‟
Lc 15, 11-31
Parábola del buen Samaritano
“Pero él (el legista), queriendo justificarse, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?‟ Jesús respondió: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él, y si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Él dijo: El que practicó la misericordia con él.‟ Díjole Jesús: Vete y haz tú lo mismo.‟
Lc 10, 29-37)
Parábola del fariseo y el publicano
"Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:
“Dos hombres subieron al templo a orar, uno fariseo, otro publicano.
El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: „¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.‟
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: „¡Oh Dios! Ten compasión de mí, que soy un pecador!‟
Os digo que éste bajo a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.”
Lc 18, 9-14
Parábola de los talentos
“Es también (el Reino de los Cielos) como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambió el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: „Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.‟ Su señor le dijo: „¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.‟ Llegándose también el de los dos talentos dijo: „Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.‟ Su señor le dijo: „¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.‟ Llegándose también el que había recibido un talento, dijo: „Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.‟ Mas su señor le respondió: „Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes."
Mt 25, 14-19
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